“En una coyuntura de emergencia todos debemos enfocar los esfuerzos en un objetivo común”

Por la Lic. Adriana Figueras – Presidente de CADEID (*)

El andamiaje del sistema de salud está crujiendo. La amenaza tan temida de que falten camas e infraestructura hospitalaria para responder a una demanda creciente de infectados se acerca a gran velocidad. Es necesario desacelerar esa tendencia, pero también mirar el sistema de manera integral y trabajar en la articulación de diferentes niveles de asistencia que ayuden en este momento tan crítico, a incrementar la disponibilidad de la capacidad hospitalaria.
Desde hace años el segmento que representamos trabaja para alcanzar una interacción adecuada con clínicas y sanatorios, que permita al paciente completar su recuperación en el domicilio, y a la institución dar altas oportunas, que disminuyan los riesgos de la hospitalización prolongada. Este proceso que se viene desarrollando de manera creciente en los últimos años, como una complementación virtuosa en la asistencia de diferentes patologías, logra cierto nivel de integración entre los actores de un sistema de salud completamente fragmentado como el nuestro, que sin embargo no ha podido implementarse con los pacientes Covid-positivo.
El año pasado se ha trabajado sobre el uso de herramientas importantísimas como la teleasistencia y la receta digital pero no se logró la consideración de la atención domiciliaria como un estadio de control médico adecuado para el marco de aislamiento que esta patología requiere en su fase de estabilidad clínica. De hecho, las experiencias implementadas por el sector público y privado, de seguimiento telefónico de pacientes asintomáticos o con síntomas leves, han resultado exitosas.
También lo fueron la atención domiciliaria de pacientes leves y moderados que no requirieron internación, pero recibieron seguimiento médico y de enfermería domiciliaria con controles respiratorios frecuentes y registros adecuados de sus parámetros clínicos para una pronta alerta de cualquier modificación; o la asistencia de pacientes que requirieron hospitalización y alcanzaron externaciones tempranas para completar sus controles en su domicilio hasta el alta definitiva. Estas experiencias alcanzadas en el primer año de la pandemia por algunos financiadores que habilitaron la atención domiciliaria como una herramienta apropiada para llevar a cabo los controles que el Covid-19 leve requiere, deberían capitalizarse para todo el sistema como una manera inmediata de descomprimir nuestra exigida red hospitalaria.
Otro aporte significativo del segmento es su capacidad de mantener en casa a pacientes con otras patologías como mecanismo para regular la institucionalización, mantener el control clínico de los pacientes sin que abandonen sus tratamientos y contener a las familias.
La internación domiciliaria (ID) que lleva casi cuarenta años de desarrollo en la Argentina, es una actividad que se presta en todas las provincias del país. Tiene mayor incidencia en las localidades con alta concentración de población y sus zonas aledañas, pero llega a casi todos los parajes. Las limitaciones para brindar el servicio no están vinculadas a la distancia sino a la falta de infraestructura ambiental necesaria como energía eléctrica o agua potable y caminos o accesos aptos para mantener una articulación adecuada con centros hospitalarios, provisión de oxígeno u otros soportes de servicio necesarios para una atención domiciliaria compleja.
La capacidad sectorial para colaborar en esta emergencia está garantizada. Las empresas de nuestro sector están comprometidas y en condiciones operativas de participar en la coyuntura asegurando la atención de pacientes en domicilio y controlar reinternaciones sanatoriales; también para atender pacientes Covid-positivo leves y moderados, que hayan requerido internación o no, y completen su recuperación en domicilio. El año pasado estos servicios no sólo fueron requeridos por los financiadores habituales sino también por las aseguradoras de riesgo de trabajo que se vieron en la necesidad de asistir a los trabajadores esenciales una vez que el Covid-19 fue declarado enfermedad profesional.
La ID también ha contribuido a evitar contagios tanto de los pacientes como del personal de salud, dotando al personal y al domicilio de los elementos de protección personal que establecen los protocolos y propiciando el aislamiento, para lo que se han desarrollado módulos asistenciales específicos adaptando guías y protocolos de cuidado y prevención elaborados por los ministerios de Salud de diferentes jurisdicciones y sociedades científicas.
Pero la ID también comparte algunas limitaciones con el resto del sistema. En este momento, la escasez de oxígeno está complicando la operatoria habitual y la de los pacientes Covid-positivo. Se trabaja institucionalmente para concientizar sobre una problemática tan extrema, impulsando el apoyo de la autoridad de aplicación y la concientización por parte de profesionales, pacientes y familias sobre el buen uso de un recurso de alta demanda.
Entre las dificultades, no podemos dejar de citar los aumentos en los precios del equipamiento médico y de ortopedia, de materiales descartables, de medicamentos, y la imposibilidad de trasladar estos incrementos a los aranceles de servicios. Todos estos, argumentos largamente planteados este año, por el sector de prestadores de salud.
Otro de los obstáculos ha sido la incertidumbre generada por el desconocimiento del Covid-19: temor de los pacientes a ser contagiados, que llevó a que muchas familias desistieran de la atención en una primera etapa, aunque la situación se fue revirtiendo con el trascurso de los meses; aprensión de los profesionales por el riesgo de contagio que aportaba el pluriempleo; y en un principio la falta de protocolos específicos, que luego se fueron describiendo y generalizando en su aplicación.
A pesar del esfuerzo, gran parte de los objetivos se han ido cumpliendo y demostramos que con el cumplimiento de normas de bioseguridad y la capacitación específica nuestros recursos profesionales, la plasticidad de nuestra actividad representa un instrumento adecuado para interactuar con otros niveles de asistencia y convertirse en el desahogo que nuestro sistema sanitario demanda.

(*) Cámara Argentina de Empresas de Internación Domiciliaria.